El chupete del bebé: un valioso aliado
Succionar es un instinto natural. Permite a los bebés alimentarse por sí mismos, pero también les reconforta y tranquiliza, además de contribuir a la correcta formación del paladar y la boca.
Succionar es un instinto natural fundamental.
Permite a los bebés alimentarse por sí mismos, pero también es un medio fundamental para tranquilizarlos. También es a través de la succión que los bebés aprenden a coordinar la respiración y la deglutición, a estimular la función de sus músculos faciales y a desarrollar correctamente su boca.
Si se utiliza un chupete, éste desempeña un papel importante, y es aconsejable elegir un producto especialmente desarrollado que se adapte perfectamente a la boca y garantice la correcta distribución de la presión de la alengua sobre el paladar. Y es precisamente la funcionalidad de la lengua la que, al succionar, ejerce presión sobre el paladar y provoca un ensanchamiento fisiológico, permitiendo la formación correcta de la cavidad bucal.
De este modo, el chupete es un aliado valioso para la boca del niño. Pero eso no es todo: según un estudio publicado en Pediatrics, la revista oficial de la Academia Americana de Pediatría, el uso del chupete durante el sueño puede ayudar a reducir el riego de SMSL, ya que la respiración se facilita gracias a la posición de la lengua y el sueño del bebé es menos profundo.
Evidentemente, además de las características del chupete, es esencial su uso correcto: es sumamente importante evitar mojar el chupete en sustancias dulces porque puede provocar caries y acostumbrar al niño desde pequeño a sabores excesivamente dulces.
Es mejor no dar el chupete al bebé cuando empiece a llorar, ya que es su forma de comunicarse con su mamá.
Además, la duracción de uso es importante: el Ministerio de Sanidad recomienda dejar de usar el chupete hasta los 36 meses de edad, empezando a partir de los 24 meses con acciones disuasorias para inducir al bebé a dejarlo.