Primeros juegos, primeros descubrimientos
Jugando, los niños mejoran sus habilidades, aprenden y crecen de una manera divertida.
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En el segundo semestre de vida, los bebés hacen grandes progresos. Pocas satisfacciones hay tan grandes como ver a tu hijo sentado sin ningún tipo de apoyo, observar sus juguetes, moverse solo para tocarlos, agarrarlos y llevárselos a la boca para explorarlos.
Pero eso no es todo: día tras día, aprenden a coordinar hasta el más mínimo movimiento, sacuden los objetos para que suenen y aprenden a presionar, a abrir y cerrar las distintas partes de un juguete. Antes de los nueve meses, los bebés aprenden a agarrar con los dedos índice y pulgar, lo que les permite manipular botones, ruedas y teclados con gran precisión.
Da gusto ver su satisfacción cuando ven que el objeto “responde” a sus movimientos. Se les ilumina la carita cuando se enciende una luz al pulsar un botón o mover una palanca, cuando empieza a sonar su canción favorita o cuando estrujan un juguete y se va rodando con un tintineo. ¡Intentar atraparlo se convierte en una tentación irresistible!
Los juguetes, un estímulo para su crecimiento
Su curiosidad y el deseo de vivir nuevas experiencias es inagotable: el bebé presta cada vez más atención al mundo adulto y a los comportamientos de sus padres. Quiere hablar por teléfono, escuchar la radio o hacer fotos, igual que mamá o papá.
Procura dar a tu hijo juguetes que le ofrezcan estímulos creativos y muchas actividades, y que estén diseñados para esta fase del desarrollo. En este periodo, los niños se esfuerzan por coordinar mejor sus movimientos y por entender las funciones de un juguete. ¡Lo intentan una y otra vez hasta que lo consiguen!
La gratificación de lograr un objetivo concreto anima a los pequeños a aventurarse en actividades más exigentes, lo que los lleva a descubrir nuevas cosas fundamentales para su crecimiento.
Cómo promover el bilingüismo en los niños.
Es un hecho ampliamente reconocido que los niños de padres de distintas nacionalidades aprenden ambos idiomas de forma natural. Los hijos de padres monolingües no tienen por qué ser menos si desde los primeros meses de vida les exponemos a juguetes que les permitan jugar tanto en español como en un idioma extranjero: escuchando ritmos, frases cortas y canciones en ambos idiomas, los niños aprenden a asociar términos, inflexiones y expresiones de la forma más fácil, natural y divertida posible.
No olvidemos que una exposición precoz a una gama amplia y variada de sonidos hace que el aprendizaje en general (no solo lingüístico) sea más sencillo y flexible.