Antes del parto, el bebé se adentrará más profundamente en la pelvis. Esto puede aliviar la acidez estomacal y aliviar la presión sobre los pulmones, pero al presionar más la vejiga podría provocar la  necesidad de orinar con más frecuencia. 

Finalmente, al aumentar la presión sobre los vasos sanguíneos de la parte inferior del cuerpo se puede notar una hinchazón en la zona de los tobillos y los pies  especialmente en épocas más cálidas. Mantén las piernas elevadas lo más posible, y acuéstate sobre tu lado izquierdo con ayuda de una almohada de embarazo.

Como consecuencia de lo que acabamos de ver, entre los síntomas más comunes de la fase preparto se encuentra el molesto dolor de espalda, especialmente en la zona lumbar y sacro. Nuevamente la razón es la disminución de la posición del feto en el útero.

Sensaciones similares a las que se sentían antes de la llegada de la regla como cansancio, dolor de cabeza, irritabilidad pueden aparecer justo antes del parto. 

Principalmente por la actividad hormonal y la ansiedad por el parto. Esto no sólo significa dormir menos, sino que, por el contrário, también puedes sentir una gran necesidad de dormir y descansar.

Se trata de una condición puramente psicológica y no es otra cosa que ese estado de ánimo que lleva a la madre a querer garantizar una llegada tranquila y organizada del bebé, llevándola a ordenar la casa de manera desenfrenada o preparar los últimos detalles del dormitorio del pequeño.

En las últimas semanas del embarazo, las contracciones serán una compañía bastante constante para la mujer: el útero comienza a prepararse para el parto. Estas contracciones, también llamadas contracciones de Braxton-Hicks, pueden durar hasta 30 segundos, aparecen a intervalos regulares y muchas veces desaparecen si te pones de pie o te mueves. A medida que pasan los días tienden a aumentar en frecuencia e intensidad, aunque aún no sean contracciones reales del parto. 

Para estar seguro de esto puedes cronometrarlos: ¿Cuánto duran y a qué distancia están? El parto comienza cuando las contracciones se vuelven más intensas y dolorosas, tanto es así que la mujer, cuando llegan, muchas veces necesita detenerse y apoyarse en alguien o algo, si duran un minuto o más y si se suceden de forma regular.

Durante el embarazo, el cuello uterino está ocupado por material mucoso que impide que los microorganismos patógenos asciendan al útero. Al comienzo del parto, cuando el cuello uterino comienza a dilatarse en preparación para el nacimiento, este tapón se desliza y es expulsado. La mujer lo nota porque detecta la secreción de una sustancia blanca, densa e inodoro, veteada de sangre y a veces seguida de una pequeña pérdida de sangre. 

Este síntoma indica que el parto es inminente, aunque, aislado de otros síntomas, no proporciona ninguna indicación precisa de la fecha del parto: de hecho, podría ocurrir incluso varios días antes del inicio del parto.

La rotura de aguas es la rotura del “saco” que contiene el líquido amniótico en el que se sumerge el bebé durante el embarazo. Generalmente, a esta ruptura le sigue el descenso de un líquido tibio, incoloro e inodoro: estas características ayudan a diferenciarlo de la orina o flujo vaginal común que es más viscoso y no continuo. 

La cantidad de líquido amniótico que sale es variable: de hecho, si se perfora el saco en un solo punto, la fuga es contenida y constante, y se produce en correspondencia con los movimientos de la madre; por el contrario, si se rompe por completo, la cantidad de líquido que saldrá será enorme.